Mis inicios con la terapia comenzaron con 17 años de edad y un curso de terapia y actividades asistidas con animales. A partir de ese momento, encontré mi vocación y decidí estudiar psicología. Mientras realizaba mi formación académica como psicóloga, fui voluntaria en el programa “Adopta un abuelo” en la residencia de ancianos “Virgen del Faro”.
Las prácticas de grado las llevé a cabo en el “Centro de psicología de la conducta”, un centro privado en el que desarrollé dos tareas principales: Una, centrada en recursos humanos, donde realicé selección de personal para empresas externas y, otra, centrada en la psicología de la educación y clínica con adolescentes.
Al finalizar la carrera me di cuenta, gracias a estas prácticas, de que si se atiende al paciente de manera aislada se pierde gran parte de la información, por lo que puse sobre la mesa la necesidad de integrar al entorno. Por ejemplo, si se trabaja con adolescentes, es necesario trabajar también con los padres, el colegio, psiquiatra, médicos y otros profesionales. Con el objetivo de resolver esta necesidad, decidí empezar un doble máster de psicoterapia sistémico-relacional y psicología general sanitaria, que es habilitante para el ejercicio de la profesión sanitaria. Estuve dos años en Bilbao formándome de manera práctica con numerosos casos clínicos a través de una cámara de gesell supervisando sesiones; tanto en directo el primer año, como en diferido en el momento que aumentó la carga de casos en los que trabajaba. Mi experiencia profesional comenzó en el ámbito psicosocial atendiendo a personas desde una perspectiva sistémica en situación de vulnerabilidad social, acercándome más a su realidad social. El centro de orientación y terapia familiar LAGUNGO junto con DeustoPshych, fueron mi primer contacto con el ámbito clínico de la psicología, atendiendo casos de diversa problemática destacando, sobre todo, la perspectiva sistémica en mi intervención a nivel familiar, individual y con parejas, donde alternaba sesiones individuales y en coterapia con otro terapeuta. En ambos, desarrollé un trabajo multidisciplinar y en red poniéndome en contacto con otros profesionales como médicos, tutores, orientadores, trabajadores sociales y apoyo terapéutico. Más adelante, continué mi trayectoria en el Módulo Psicosocial de Cruces, en el que, debido a mi orientación sistémica, trabajaba casos desde esta perspectiva.
Una vez terminada mi etapa en Bilbao, regresé a Santander, donde comencé a trabajar en un gabinete como psicoterapeuta. Soy una persona comprometida con mi formación continua y supervisión, por lo que decidí compaginar mi trabajo con supervisiones y mi formación en un master sobre terapia EMDR. Este master me proporcionó una nueva panorámica con la que poder abordar casos desde la perspectiva del trauma y el apego, pudiendo integrar el abordaje de esta psicoterapia en el que se integran tanto al cuerpo (sensaciones fisiológicas), como las emociones y pensamientos (creencias limitantes), integrando todos estos factores.
Hace unos años decidí realizar mi propio proyecto como autónoma, mejorando la calidad de las sesiones, pudiendo recuperar la parte vocacional que tanto requiere mi profesión al trabajar con la parte más sensible de la vida de mis pacientes y pudiendo focalizarme en ellos con el tiempo y cariño que se merecen.
